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Un habitante de calle

Edgar: Una historia, una vida y un ejemplo de superación

Enero 27 de 2014. Nuestro protagonista nació y creció en el barrio San Carlos, sur de Bogotá, en el seno de una familia de escasos recursos económicos, su madre cabeza de familia trabajaba todo el día, dejando a sus hijos al cuidado de la abuela, que murió cuando tenía once años y esto le marcó su vida para siempre.

Entonces, fue allí cuando tuvo que enfrentar la vida solo sin una guía y paulatinamente la calle se convirtió en su hogar, fiel cómplice de sus correrías.

Recuerda que siempre tuvo la habilidad de liderar grupos, por lo que rápidamente se transformó en la cabeza de una pandilla, quienes se convirtieron en su familia, a su corta edad empezó a dirigir la bandola de adolescentes que robaban en los barrios circundantes, especialmente en el tunal.

Toda esta vida delictiva estuvo acompañada del alcohol y la marihuana, pero tiempo después decide separarse e ingresó a una banda de mayor vuelo. Allí conoció la venganza, donde tuvo que huir del barrio, porque lo perseguían para matarlo.

Por esta razón se trasladó con su familia al barrio ciudad Berna, donde continuaron los robos y la vida relajada de la rumba y los vicios.

Al narrar la experiencia de los robos Edgar dice: "No me importaba si trabajaban lo que yo les quitaba o si no lo habían trabajado” y mas adelante sigue su narración "A mí lo único que me interesaba era aparentar a la gente que yo era malo, que era un bandido”,

Recuerda además su vida de niño aparento esta situación, y por eso cuando se presentaban problemas, era el líder. "porque nosotros teníamos cualquier pelea y mi tío Pacho el que vivía en San Carlos con nosotros, era el que llamábamos para que arreglara el problema…esa era la imagen que yo tenía de líder… yo pensaba que estaba súper bien así como estaba”, explica.

El día crucial para Edgar, fue cuando acompañó a uno de sus amigos a la entonces llamada calle del cartucho, pues por primera vez probó el bazuco, lo cual marcó para él el inició de la experimentación con distintas drogas.

Es así que unido a la adicción y su vida llena de delitos lo llevaron a la cárcel, de donde su mamá lo sacó unos días más tarde. Este sería el campanazo de alerta sobre lo mal que estaba su hijo, por lo que buscó alternativas para su rehabilitación y así fue como encontraron una institución llamada la Comunidad Terapéutica de Colombia, proceso que empezó Edgar a los 19 año. Allí estuvo internado en una finca en el municipio de Sasaima y al salir permaneció tres meses sin consumir, pero al cabo de tres meses regreso a la drogadicción.

De regreso a la calle

Cuando Edgar decide llegar a la calle, "metía” a diario todo tipo de drogas, ocasionalmente volvía a casa de la madre, quien esperanzada lo recibía,
"por ayudarle, pero era un grave error como lo narra él, ya que aprovechaba estas estadías para robar y así comprar vicio.

"Un día desocupé prácticamente la casa de mi mamá, me llevé la ropa y las cobijas”, al contar estos episodios de su vida Edgar reflexiona que es "un encuentro con ese pasado, al que no puedo cerrar la puerta, porque si lo olvido puedo repetirlo.” Y sigue narrando "me recuerda por dónde he pasado a raíz del consumo, de dónde me estoy
levantando”, señala.
Explica que chapinero siempre fue su lugar de "parche”, y que sus esfuerzos siempre fueron infructuosos, ya que cada vez se hundía más.

Señala que la "pipa” lo perdió en las tinieblas de la inconciencia, porque caminaba por las calles como fantasma, sin nombre, sin rumbo, sin destino, es decir, no había duda que había tocado fondo.

Así permaneció dos años y medio de consumo demencial. También conoció el alcohol antiséptico gracias a un compañero de adicción. Recuerda que incluso llegó a consumir tres litros diarios y fue así como los médicos lo desahuciaron, que de volver a consumir podría morir. Señala que este fue un dilema que se enfrentó hasta ese día, "Querer salir y no poder querer decir no más y no poder”.

Un nuevo camino

Se dio cuenta que había tocado fondo cuando llegó a Pereira sin saber cómo, sin dinero y sin solidaridad de quienes le miraban con desprecio. Así frente a esta situación entendió que tenía que hacer algo por su vida, y así lo hizo.

Después de verse al borde de la muerte por causa del alcohol antiséptico que ingería a diario, Edgar entró a un programa de rehabilitación intensivo, y en este proceso también se le dio la posibilidad de trabajar durante un año en Misión Bogotá, lo que constituyó el mayor logro, ya que varias veces lo había intentado.

Ahora renovado y con las pilas puestas tiene la oportunidad de trabajar en la Secretaría de Integración Social, de la mano con quienes le ayudaron a buscar una nueva vida.

Así como lo dice Edgar "todo lo que he hecho lo he realizado intensamente”,
Es decir este es un nuevo reto que espera vivir ahora intensamente, y con el convencimiento, que este es el camino para él y su familia.

Por Nancy Ducuara
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